martes, 13 de diciembre de 2011

Los visigodos-01


Las incursiones germánicas en la Península

El final de la expansión y la crisis del siglo III propiciaron que poblaciones germánicas fueran asentándose paulatinamente dentro de las fronteras del Imperio romano. En ocasiones lo hacían pacíficamente a través de un pacto con Roma, que les otorgaba el derecho a instalarse en un territorio determinado, generalmente a cambio de su fuerza militar; pero a veces violentamente, mediante el saqueo. Vándalos, suevos, alanos y visigodos fueron los pueblos que alcanzaron las fronteras de Hispania.

 En el año 409, los suevos, los vándalos y los alanos penetraron en la península Ibérica. En el año 416, el emperador de Occidente establecía un acuerdo de federación con los visigodos para expulsarlos de Hispania. Los visigodos expulsaron a vándalos y alanos al norte de África, y arrinconaron a los suevos en las tierras de la actual Galicia. El reino suevo se consolidó en este territorio y permaneció casi cien años, hasta que fue definitivamente conquistado.

A cambio, los romanos concedieron a los visigodos tierras en el sudeste de la Galia (actual Francia), que, con las expulsiones, se extendieron progresivamente hacia el sur de los Pirineos. A comienzos del siglo VI, los visigodos fueron expulsados de la Galia por los francos y se establecieron en la península Ibérica. Toledo pasó a ser la capital. La mayoría de la población estaba constituida por hispanorromanos y solo una minoría por los dirigentes germanos.


El reino visigodo de Toledo

Los visigodos ocuparon Hispania durante tres siglos, desde la conquista de Barcelona por Ataúlfo (415) hasta la invasión musulmana (711). Su asentamiento se redujo, casi exclusivamente, a la zona oriental de la Meseta, rechazando las partes montañosas y las costas. Nunca llegaron a dominar de manera efectiva toda la Península; las luchas con los suevos, las sublevaciones de los vascones y la presencia de los bizantinos, fueron los más serios obstáculos a ese dominio.
          
El reino de Toledo alcanzó su plenitud en la segunda mitad del siglo VI y en la primera mitad del VII. A ello contribuyeron algunos reyes, que lucharon por la unificación territorial, jurídica y religiosa.

El rey Leovigildo (568-586) consolidó la autoridad real, conquistó el reino suevo y ganó terreno a los vascones y cántabros. Su hijo Recaredo (586-601) se convirtió al catolicismo, con lo que impulsó la unidad religiosa. En el 625, el rey Suintila conquistó la costa desde Cádiz a Valencia, que estaba en poder bizantino. El rey Recesvinto (649-672) compiló las leyes para todo el reino en el llamado Fuero Juzgo o Liber Iudiciorum.


El Liber Iudiciorum (también conocido como Fuero Juzgo) es una magna recopilación legislativa preparada por Chindasvinto y que se publicó bajo el reinado de Recesvinto, hacia el año 654. Consta de 99 leyes promulgadas por Chindasvinto, 87 promulgadas por su hijo, Recesvinto, e innumerables adaptaciones y revisiones de leyes anteriores

No se trató únicamente de una unificación territorial y jurídica. Fue de gran importancia también el proceso de aculturación o fusión de culturas entre la minoría germánica y el pueblo hispanorromano, así como la unificación religiosa desde la conversión de Recaredo (589).



La monarquía visigoda

 La monarquía visigoda era electiva, el rey era elegido por las principales personalidades del reino. La elección del rey provocaba muchas luchas y disputas políticas, que muy a menudo desembocaban en el asesinato del monarca para situar en su lugar a otro.

El rey era auxiliado por el Aula Regia, un consejo que administraba el palacio real, y por los duques y los condes, que gobernaban las provincias. Las decisiones religiosas y políticas se tomaban en los concilios, en los que participaban el rey, el Aula Regia y el clero.

Durante la segunda mitad del siglo VII, las luchas entre el rey y los nobles se intensificaron. Estas luchas nobiliarias facilitaron la invasión musulmana en el año 711, lo que provocó el final del reino visigodo.



La Iglesia visigoda

Del arrianismo al catolicismo. La mayoría de los pueblos germánicos se habían convertido ya al cristianismo antes de invadir el imperio romano. Los visigodos, por ejemplo, fueron cristianizados por el obispo Ulfila en la segunda mitad del siglo IV. Pero lo fueron en su versión arriana, considerada herética por la Iglesia.

El arrianismo, difundido por un teólogo de Alejandría llamado Arrio, negaba la naturaleza divina de Cristo. Se extendió, sobre todo, entre los pueblos germánicos, que lo adoptaron como un signo de identidad propia frente a la población romana.

En las principales ciudades visigodas había un obispo arriano y otro católico, que servían separadamente a las respectivas comunidades. El rey Leovigildo intentó conseguir la unidad religiosa de toda la población en torno al arrianismo, pero fracasó. Su hijo Recaredo comprendió que los católicos eran mayoría, por lo que se convirtió al catolicismo junto con el grueso de los visigodos en el año 589, durante la celebración del Concilio de Toledo.

A partir de esa fecha, la hegemonía doctrinal y social de la Iglesia se convirtió en un dato decisivo de la historia de España. De momento, su actividad se plasmó, sobre todo, en la adaptación de las tradiciones precristianas, muy fuertes en el mundo rural, al nuevo lenguaje religioso, y en la creación de una doctrina política en sucesivos concilios de Toledo, presididos por el rey y constituidos por obispos, presbíteros y aristócratas.


La administración eclesiástica

La organización eclesiástica siguió el modelo romano. En la base se encontraba la parroquia, servida por uno o varios sacerdotes. Las parroquias se integraban en diócesis, gobernadas por obispos, y en provincias eclesiásticas, que coincidían más o menos con una provincia romana y que estaban regidas por un arzobispo o metropolitano.

 Los concilios de Toledo

La máxima autoridad correspondía a los concilios, que reunían a los obispos. En Toledo se celebraron los concilios más importantes. Eran convocados por los reyes, que también decidían los asuntos sobre los que se discutirían en la reunión. Por ello, además de las cuestiones religiosas, en los concilios se trataban sobre todo asuntos relacionados con el gobierno del reino.



La transmisión de la cultura

La Iglesia jugó un importante papel en la conservación y transmisión de la cultura clásica grecolatina, es decir, de la herencia hispanorromana. Aunque los templos romanos fueron derribados para construir iglesias, y muchas estatuas y obras de arte se destruyeron por considerarlas paganas, en los monasterios cristianos se copiaron gran número de obras clásicas que han podido llegar así hasta la actualidad.

Las escuelas eclesiásticas contribuyeron también a mantener viva la cultura. De ellas salieron grandes intelectuales y escritores como los historiadores Orosio e Idacio; Braulio y Tajón, obispos de Zaragoza, San Martín de Dumio, obispo de Braga, y San Leandro, arzobispo de Sevilla. La figura más relevante fue sin duda su hermano, San Isidoro de Sevilla.


San Isidoro de Sevilla

A él se deben algunas de las teorías políticas que hicieron fortuna en la Edad Media, como el origen divino del poder de los reyes o las limitaciones de carácter moral que el ejercicio de la realeza debía tener. Además, en sus Etimologías, resumió los conocimientos de la época facilitando su transmisión.

San Isidoro forjó una imagen que se convirtió en punto de referencia muchas veces a lo largo de la historia española: la de la unidad (política y religiosa) y la independencia de la Península bajo el caudillaje del «prestigioso linaje de los godos».

Esa última idea recorrió la Edad Media y, al hacerlo, demostró que los mitos o, tal vez más correctamente, los imaginarios han sido muchas veces más decisivos que los propios hechos históricos.



El arte visigodo

En el campo del arte, la novedad de la orfebrería, que lució especialmente en los tesoros de Guarrazar y de Torredonjimeno, fue de tradición visigoda.

En cambio, la arquitectura prolongó los cánones romanos, aunque era de materiales más pobres y menores dimensiones, como puede verse en las iglesias de San Pedro de la Nave (Zamora) o San Juan de Baños (Palencia).

En cuanto a la escultura predominaron los relieves, en general toscos y biselados.


Las iglesias visigodas

Las iglesias de la época visigoda eran de pequeño tamaño y escasa altura. Estaban construidas con grandes bloques de piedra bien tallados y su exterior tenía un aspecto pesado. En el interior, los techos estaban formados por grandes bóvedas y se utilizaban arcos con forma de herradura, que luego influyeron profundamente en la arquitectura musulmana; la decoración era muy escasa y generalmente se reducía a los capiteles de las columnas, que se cubrían con bellos relieves con escenas de la Biblia.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Introducción



Pese a que la península Ibérica presenta a lo largo de la Edad Media una estructura política pluralista, consecuencia directa del proceso reconquistador que dio lugar al nacimiento de las grandes unidades político-territoriales que conforman la nación hispánica -Corona de Castilla, Corona de Aragón, Navarra y Portugal-, es posible adivinar determinados rasgos comunes que justifican una individualización del Medievo hispánico en el conjunto del Medievo Occidental.

Entre los rasgos que permiten una concepción unitaria del Medievo hispánico hay que señalar:

-           En primer lugar, el marco geográfico, ya que, sin caer en determinismos geográficos ya superados, no cabe duda de que tuvo un papel determinante en la expansión y posterior ocupación del territorio por los musulmanes.

-          En segundo lugar, no debe dejarse caer en el olvido la existencia en tiempos medievales de una cierta conciencia de que Hispania constituía una unidad, lo que se expresa de forma inequívoca en algunas crónicas altomedievales y, más tarde, en la literatura popular y culta de los reinos hispanocristianos, en particular desde el siglo XII. Incluso desde fuera de la península Ibérica se concebía a los reinos hispanos como una unidad, lo que tiene su más patente expresión en la frecuencia con la que las fuentes bajomedievales europeas se refieren a la "nación española" e identifican a sus pobladores como "hispani". De este modo, la disgregación producida con ocasión de la conquista musulmana no significa la ausencia de una concepción unitaria de la historia medieval de la península Ibérica, de forma que del mismo modo que se habla de una Francia, una Inglaterra o una Italia medievales, puede también hablarse de una España medieval.

-          Entre los factores que de una manera más destacada contribuyeron a dotar a la historia del Medievo hispánico de una mayor cohesión interna, y a singularizarla en el conjunto de la historia medieval europea, hay que señalar, sin duda alguna, el fenómeno de la Reconquista y sus consecuencias, entre las que tiene una singular relevancia el proceso de repoblación consiguiente. De este modo, la recuperación de los territorios hispanos ocupados por el Islam constituye el auténtico eje vertebrador de la Edad Media peninsular, afirmación ésta en la que coinciden más las diversas escuelas historiográficas. No obstante, no cabe tampoco ninguna duda de que, pese a su singularidad, la historia medieval hispana debe ser encuadrada en el marco más amplio de la historia europea occidental, en la que, como ya antes se afirmaba, se encuentra plenamente integrada, al menos desde comienzos del siglo XI.

Periodización general

-          Inicio. Las peculiaridades en el desarrollo histórico de la península Ibérica, a las que se viene haciendo referencia, condicionan la periodización del Medievo hispano. Desde hace ya unos decenios, y sin duda por influencia de la tesis de Henri Pirenne, numerosos medievalistas coinciden en fijar el inicio de la Edad Media hispánica en la ocupación musulmana de la península, argumentando para ello el profundo corte que supuso en el proceso histórico hispano. En esta misma línea, en la mayor parte de las síntesis sobre la Edad Media hispana, el período visigodo es excluido, o es incorporado como un preámbulo o introducción a la historia medieval, haciendo las veces de epílogo a la Hispania romana.

En cualquier caso, no hay que perder de vista que la Edad Media hispánica, como la Edad Media europea en su conjunto, es el resultado de la fusión de tres elementos, tradición romana, germanismo y cristianismo, a los que en el caso de la península Ibérica habría que añadir uno más de extraordinaria importancia, el Islam, fundamental para la comprensión de la historia y la civilización hispanas medievales. Por este motivo, parece fuera de toda duda que la etapa visigoda, como depositaria del legado romano germánico, debe ser considerada como una fase de transición entre la Antigüedad y el Medievo y, en todo caso, como necesario preámbulo en toda exposición de conjunto sobre la Edad Media hispana.

-          El final de la Edad Media hispánica la podemos situar en el año 1492, fecha de especial significación en el proceso histórico español por la ocupación del último reducto musulmán en la península, el Reino Nazarí de Granada, por el descubrimiento del Nuevo Mundo y la expulsión de los judíos de los reinos hispánicos. Hechos acaecidos bajo el reinado de los Reyes Católicos (1474), época en la que se yuxtaponen rasgos medievales y modernos y en la que, por tanto, confluyen los intereses de medievalistas y modernistas

Periodización interna

En cuanto a la periodización interna, lo más acertado es aplicar a la Edad Media hispánica criterios idénticos a los de la historia europea en su conjunto, en cuyo marco se inscribe plenamente; de este modo, se estructuraría en tres grandes períodos:

-          Primer periodo, siglos V al XI. Se corresponde con la Alta Edad Media europea, se subdividiría, a su vez, en dos etapas diferenciadas:

- Siglos V–VII: etapa de transición de la Antigüedad al Medievo, coincidiendo con el dominio visigodo.

- Siglos VIII–XI: etapa de Alta Edad Media, propiamente dicha, que se extendería desde la conquista de la península por los musulmanes, año 711, hasta la caída del Califato de Córdoba, a principios del segundo tercio del siglo XI (1035). Frente al dominio hegemónico musulmán, los incipientes núcleos de resistencia del norte peninsular se consolidaron paulatinamente como reinos y condados.

-          Segundo período, siglos XI al XIII. Corresponde a la Plena Edad Media europea (XI al XIII). Coincidiendo con una expansión general de la civilización europea occidental, los reinos hispanocristianos iniciaron un avance impetuoso hacia el sur de la península, que coincide cronológicamente con otras líneas de expansión de la Cristiandad (Cruzadas o la Marcha alemana hacia el Este), que les permitió la ocupación territorial de la mayor parte de la España musulmana, con excepción del reino nazarí de Granada.

La Corona de Aragón, que completó la empresa reconquistadora con la ocupación de Mallorca e Ibiza (1229-1235) y del reino de Valencia (123 8-1245), volcó sus energías en una empresa de expansión política y mercantil en el Mediterráneo.

Es también en este período cuando se produce la apertura de los reinos peninsulares a las influencias político-institucionales y culturales ultrapirenaicas, y cuando pueden observarse en la península los primeros síntomas del renacimiento de las ciudades y de la reactivación de la vida económica, así como de un incipiente cambio social. 

 -          Tercer período, siglos XIV al XV. se corresponde con la Baja Edad Media europea (XIV y XV). En él los reinos hispánicos conocieron también la crisis común a todo el Occidente bajomedieval; junto al agotamiento del ideal de Reconquista, una profunda crisis de todo orden (demográfico, económico, social) se apoderó de los reinos hispánicos por espacio de siglo y medio, siendo la característica más sobresaliente de esta etapa el enfrentamiento entre una monarquía debilitada y una nobleza en auge. Por este motivo, es habitual que las más modernas exposiciones de conjunto sobre la Edad Media hispánica analicen las dos últimas centurias en el marco de la crisis europea bajomedieval.

La recuperación que se inicia a mediados del siglo XV deja entrever, como en el resto de la Europa occidental, el inicio de una etapa de tránsito hacia la Modernidad.

En último término, el legado de la Edad Media tiene su reflejo en múltiples rasgos de la Modernidad española: así, la expansión española del siglo XVI en Europa y en el norte de África no puede explicarse sin tener en cuenta la perduración de la tensión bélica a que dio lugar la empresa reconquistadora; desde un punto de vista institucional, no cabe ninguna duda acerca de la perduración de los modelos de la España de los siglos XIV y XV en la América hispana; y, por último, los problemas de índole social y religiosa que surgen en la España de la Baja Edad Media en relación con judíos y mudéjares tuvieron su continuidad en época Moderna en los "problemas" converso y morisco.




La crisis-04

La gran crisis de la Baja Edad Media, siglos XIV-XV.

 El frágil equilibrio entre población y producción agraria
 
El crecimiento demográfico europeo de los siglos IX al XIII está basado en la ampliación de los campos de cultivo, Como la alimentación se basaba en cereales y la salud era precaria toda mala cosecha provocaba crisis de alimentos, hambres y muertes.

A finales del siglo XIII y principios del XIV las malas cosechas provocaron escasez de alimentos, desnutrición, hambrunas, epidemias y muertes. Los organismos muy debilitados no pudieron combatir enfermedades como la Peste Negra que en pocos años provocó la muerte de la tercera parte de la población europea. El pueblo no se resignó ante la situación y se lanzó a la rebelión y el pillaje, y se alzó contra sus señores.

Además desde 1339 hasta 1453 se produjo un largo enfrentamiento bélico entre Francia e Inglaterra (La Guerra de los Cien Años), lo que contribuyó aún más a la inestabilidad de la situación social. Los soldados devastaban los campos, arrasando cuanto encontraban a su paso.
 

La religiosidad de una época difícil

Ante tal cúmulo de desastres los europeos buscaron consuelo en la religión. Tal vez se trataba de una manifestación de la ira divina y había que hacer penitencia para obtener el perdón.

A lo largo de los siglos XII y XIII:

- surgen los movimientos heréticos, grupos religiosos que se alejaron de la iglesia romana e intentaron renovar el cristianismo por su cuenta..

- aparecen las órdenes mendicantes ( franciscanos, dominicos,..) que abandonan los monasterios y predican en las ciudades con el ejemplo de la pobreza.

 Además en el seno de la Iglesia de Roma se vive una disputa entre dos supuestos papas (el de Roma y el de Aviñón) que pretendieron ser los auténticos representantes de Cristo en la tierra (Cisma de Occidente) que causó un grave daño a los creyentes, totalmente desorientaods ante la división.


Manifestaciones artísticas y culturales-03

El nacimiento de las Universidades

En la Edad Media casi toda la población europea era analfabeta. La cultura se concentraba en lugares muy privilegiados y estaba al alcance de muy pocos. Hasta el siglo XI fueron los monasterios los únicos focos de cultura. Con el crecimiento de las ciudades fueron apareciendo otros centros culturales como las escuelas catedralicias donde se educaba a los hijos de comerciantes y artesanos.

A comienzos XIII, aparecieron asociaciones de profesores y alumnos que querían ser autónomos y que obtuvieron para ello el apoyo del papado, naciendo así las Universidades. Algunas de las primeras fueron la de París, Bolonia, Oxford, Palencia y Salamanca. En ellas se estudiaba teología, pero también filosofía, derecho y medicina.
 

Del románico al Gótico

Desde el siglo XI se produce una fiebre de edificación de Iglesias y monasterios. El primer estilo internacional que surgió fue el románico, con representaciones en toda la Europa cristiana aunque con variaciones según las diferentes regiones.

A partir del siglo XIII, por el empuje de nuevas técnicas constructivas otro estilo sustituyó al románico: el gótico. El nuevo estilo que nació el norte de Francia se extendió en todas las direcciones y se utilizó para construir catedrales, ayuntamientos, palacios y lonjas o mercados.


Las ciudades-02

LA EUROPA DE LAS CIUDADES FRENTE A LA EUROPA DE LOS CASTILLOS

El desarrollo de las ciudades

Frente a los castillos se desarrolló en Europa la ciudad de forma independiente, sin caer bajo la órbita de poder de los señores feudales. Se ampliaron viejas urbes y se crearon otras nuevas por iniciativa real o de nobles poderosos.

En algunas regiones las ciudades fueron completamente autónomas, como en Italia donde surgió un mosaico de ciudades-estado.

¿Quién vivía en las ciudades medievales?

La mayor parte de los habitantes de las ciudades medievales eran artesanos y comerciantes. Los más ricos de estos oficios formaban parte del gobierno de la ciudad.

Los artesanos estaban organizados en gremios, que eran agrupaciones por oficios, para proteger sus intereses y se encargaban de regular todo lo referente al oficio (forma de trabajo, precios, número de artesanos, horas de trabajo, precio...).

Para que el comercio entre ciudades funcionase fue necesario incrementar el trasporte, sobre todo por vía marítima.

Las ferias periódicas fueron importes lugares de encuentro y desarrollo comercial que no sólo facilitaron el intercambio de productos sino también de cultura.
 

¿Cómo eran las ciudades medievales?

El burgo medieval era un espacio reducido, rodeado de murallas, lo que obligó, al aumentar la población a que aumentara el número de pisos de las edificaciones. El espacio era poco higiénico y saneado, por lo que las epidemias y los contagios eran frecuentes. En la ciudad medieval no había zonas verdes, en ellas convivían personas y ganado, tan sólo había pequeñas plazas y las construcciones de madera eran frecuentemente pasto de los incendios. Cuando la ciudad no pudo crecer más dentro del espacio amurallado, surgieron barrios nuevos fuera de las murallas llamados arrabales.


Cambios políticos-01

Cambios políticos en los grandes reinos europeos

 El poder de reyes y parlamentos

 Aunque los señores feudales siguieron gozando de amplios poderes, en el siglo XII se afianzó el poder de los monarcas. Los reyes se apoyaron en las ciudades para imponerse a los nobles. Las ciudades pagaban impuestos directamente al rey que utilizaba estos recursos para la administración y los gastos militares.

Este aumento del poder real, conlleva la aparición de Cortes (en la península), Parlamentos ( Inglaterra) o Estados Generales (Francia). Estas instituciones, convocadas y presididas por el rey, asesoraban y controlaban a la corona y en ellas estaban representados los estamentos o clases sociales (nobleza, clero y representantes de las ciudades).

Las cruzadas

Desde finales del siglo XI los cristianos de Occidente emprenden una serie de expediciones para liberar los Santos Lugares, es decir las tierras de Oriente próximo en las que habia vivido Jesús de Nazaret.

En total hubo hasta 8 cruzadas que pretendían:

       ·         frenar la expansión del Islam
      ·         dar salida a la creciente población europea.
      ·         controlar las rutas de comercio oriental.

 Las cruzadas consiguieron conquistar Jerusalén y crear los llamados reinos latinos en PALESTINA, defender estos territorios con las órdenes militares e intensificar los intercambios comerciales en el Mediterráneo.


Economía-06

Un mundo rural

La creciente inseguridad junto a la crisis que había sufrido Europa con la caída del Imperio romano, produce dos fenómenos muy relacionados entre sí:

Ruralización. La gente abandona las ciudades al tiempo que el poder de los reyes decae y la población se va a vivir al campo.

Autoabastecimiento. Se produce una crisis del comercio, por la casi total desaparición de los intercambios comerciales, y cada comunidad se ve obligada a vivir de lo que produce.

Después del año 1000, finaliza la época de las invasiones y comienza la recuperación económica y de población.


El feudo

La base económica era el feudo, tierras de un señor donde tenían lugar esas relaciones económicas. Cada feudo se componía de varias partes.


Trasformaciones del paisaje y de la vida

Durante toda la Edad Media Europa era un universo rural, poco poblado, donde las ciudades escaseaban, habían sido abandonadas o se mantenían casi en ruinas. Sin embargo desde el siglo IX se inicia una recuperación demográfica y económica.

Los europeos se lanzaron a la roturación (puesta en cultivo) de nuevas tierras, trasformando en tierras agrícolas importantes masas forestales. La agricultura hizo avanzar la producción de hierro para fabricar utensilios más eficaces que permitían hacer la tierra más fértil (arado pesado). Se difundió la rotación trienal, sistema de cultivo que reduce el barbecho al cultivar plantas forrajeras (avena) e incrementar la producción. La producción de forrajes permitió el aumento de la cría de ganado y caballos (animales de carga y tiro) lo cual posibilitó la roturación de más tierras.

La implantación progresiva de molinos de agua y viento permitió una mayor producción de harinas y piensos lo cual contribuyó a un incremento en la población al haber más recursos alimenticios demandados por una población creciente.


La sociedad-05

LA SOCIEDAD MEDIEVAL

Estamentos

Gracias a la inseguridad, la pérdida del poder central y las protecciones se crea una sociedad establecida en estamentos. Estos estamentos se dividían en grupos privilegiados (nobleza y clero) y no privilegiados (campesinos y siervos). Constituían lo que se ha llamado la pirámide feudal.

En esta sociedad se pertenecía a uno u otro estamento por nacimiento y rara vez quien nacía campesino podía acceder al estamento privilegiado.

La nobleza y el clero (arzobispos, obispos y abades) eran dueños de extensas tierras que explotaban con el trabajo de los campesinos sobre los que ejercían un poder casi absoluto.

Gozaban de numerosos privilegios como el de juzgar y castigar a sus campesinos, llevar armas, no pagar impuestos al rey, participar en el gobierno del reino como miembro del Consejo Real.

Los campesinos, la inmensa mayoría de la población, carecían de derechos y en cambio tenían que soportar todo el peso de esa sociedad: trabajar las tierras de los señores (nobles o eclesiásticos), pagar los censos (una parte de la cosecha) y otros impuestos. Estaban sometidos a los señores y no tenían libertad para marcharse del señorío.

Vasallaje

En la Edad Media al desaparecer la autoridad central se creó una zona de alta inseguridad. Ello dio lugar a la aparición de un nuevo orden de las cosas que se denominó: feudalismo. Su origen estuvo en el hecho de que las personas se sometían a aquellas que podían asegurarles la protección.

Entre los distintos estamentos se establecen las relaciones feudales. Los que pedían protección a los señores feudales recibían a cambio tierras y una serie de deberes que les convertía en vasallos de dichos señores.

A esos protectores se les denominó señores. A las personas que se les sometían se les calificó como vasallos. Entre ambas partes se establecía un contrato por el que el señor se obligaba a dar protección a sus súbditos y los súbditos o vasallos se comprometían a cumplir determinados trabajos, agrícolas o militares, para el señor y a serles fiel. Los castillos son las construcciones más emblemáticas del feudalismo.

En los países donde el feudalismo arraigó existían dos bienes esenciales: el hombre y la tierra.

Para convertirse en vasallo había que cumplir una ceremonia, el juramento donde juraba fidelidad al señor y este le daba protección. Durante la ceremonia del homenaje, el vasallo hacía un solemne juramento.

El contrato feudal

El contrato feudal era vitalicio. Pero el señor podía arrebatarle el cargo si no se cumplían las obligaciones. La ceremonia de fidelidad, el juramento, solo podía establecerse entre nobles y caballeros. Normalmente los nobles eran vasallos y señores al mismo tiempo, pues siempre se encontraban con otros nobles superiores o con las figuras de los monarcas. Sin embargo, si un vasallo descubría que sus fuerzas eran lo bastante fuertes como para poder oponerse a su señor o a otros vasallos, lo hacía generando un conglomerado de guerras continuas.

El vasallo recibía un feudo, que era una extensión de tierra. También podía recibir el cargo de recaudador de impuestos, acuñador de moneda...Un señor con muchos vasallos disponía de una gran seguridad y de un ejército.

Los compromisos de los vasallos eran:

- el servicio militar, 40 días al año. El vasallo debía presentarse ante su señor con armadura y caballo cuando así fuera requerido para actividades militares.

- el reclutamiento de soldados para el ejercito del señor

- otorgar ingresos al señor para las necesidades defensivas.

 Los compromisos del señor feudal eran:

- darles protección a sus vasallos

- asegurar su subsistencia

Al señor le correspondía actuar como fiscal y como presidente en todos los juicios que se celebraran en su territorio, siempre que no se tratase de delitos graves, en cuyo caso esas prerrogativas le correspondían a su señor superior.
 Como el principal objeto de la agricultura y de la subsistencia era el cultivo del trigo y otros cereales, y como requerían el molido a través de molinos, el señor era el que administraba los molinos e incluso los hornos para la cocción del pan. El señor controlaba asimismo la leña y la caza. Pocas veces comerciaba con otros pueblos; algunas veces lo hacía para vender excedentes de caza y para obtener la sal. Las telas se realizaban en telares de la propiedad del señor.

Ceremonia de investidura

El acto de vasallaje se establecía en una ceremonia de gran solemnidad que se dividía en tres etapas:

1.- Homenaje: El vasallo se arrodillaba ante su señor, con la cabeza descubierta y sin armas. Emplazaba sus manos entre las manos del señor expresando la frase: Señor, yo seré vuestro hombre.

2.- Fe: Se trataba de establecer el juramento de fidelidad. Entonces, el vasallo colocaba sus manos sobre la Biblia.

3.- Investidura: El señor investía al vasallo entregándole algún objeto simbolizando la tierra. A lo largo de los tiempos también fueron entregadas en feudo otras funciones o cargos públicos por lo que el poder omnipotente de un señor feudal se iba limitando y circunscribiéndose casi exclusivamente a sus vasallos directos.
 

La vivienda, las ropas, los alimentos, las creencias

La vivienda

La vivienda del campesino era residencia y centro de trabajo. Cumplía las funciones de granero, almacén y establo para los animales. Se trataba de una única pieza: allí se cocinaba, se comía y se dormía. La chimenea era el único medio para lograr caldear la casa y poder sobrevivir. Por ese motivo era fundamental en la vida diaria y tenía una gran importancia como punto de reunión social.

La casa estuvo primeramente construida de madera y con el paso del tiempo se empezaron a utilizar los mismos materiales con los empleados en la construcción del castillo. Poco a poco aparecieron los pisos: la planta baja se habilitaba para la cocina y el comedor; el primero piso para los dormitorios; bajo el techo aparecen los graneros y en el sótano, las bodegas y las despensas. Más tarde aparece el cristal, las baldosas y las letrinas. Sin embargo, los baños no aparecen más que en las casas de los nobles.

El mobiliario era bastante simple: la cama, la mesa, los bancos y el arcón. La cama era de gran tamaño. En ella dormían a veces hasta seis personas. Los colchones podían ser de paja o de plumas en función de la posición económica. En la mesa el sitio del padre era muy respetado. El arca era el lugar de recogida de todos los vestidos, las sábanas...

Otra parte del mobiliario era: los braseros, los candelabros y espejos, las calderas, las ollas, las jarras, las tinajas, las escudillas, las cubas para baños, las alfombras y las cortinas.

Las ropas

Eran largas para la mujer y cortas para el hombre.

Ambos, hombres y mujeres, debían presentarse con ropas largas y especiales a ciertos actos ceremoniales y a las manifestaciones de la Iglesia.

Los nobles hacen ostentación de prendas de vestir al utilizar paños de calidad y de colores vivos, mientras que los campesinos se ven obligados a utilizar tejidos bastos y de poco colorido.

En el siglo XII las modas se realizaban en las ciudades y comenzaban a distinguir claramente el vestido del hombre del de la mujer, pues se comenzaba a ceñirle las ropas, marcar la cintura...


Los alimentos

La base del sustento del hombre medieval son el pan y el vino.

La confección del pan era hecha a base de múltiples cereales, cocidos en una olla con agua, leche y sal. La masa obtenida, era aplastada y cocida al horno. Se convertía en una hogaza. No se conocía la levadura.

El pan resultaba tan importante que conseguía que la carne, el pescado o las legumbres fueran considerados companagium, lo que acompaña.

El pescado fresco sólo podía comerse en los puertos costeros o en las cercanías de los ríos. Se practicaba la técnica de la salazón y del ahumado para su conservación.

Un tema muy importante eran las especias, traídas de Oriente. Con ellas se conseguía condimentar los platos e incluso mantenerlos, pero su uso estaba restringido a las clases sociales poderosas.

Las creencias

En la época de los castillos la gente pensaba que el mundo era plano. Se creía que si se viajaba muy lejos, donde termina el horizonte, se caería al llegar al precipicio del final de la Tierra. También sostenían que la Tierra era el centro del universo.

No conocían los gérmenes y pensaron que las enfermedades eran causadas por algo oculto; no sabían exactamente qué. Por ese motivo tenían tendencia a creer en brujas, en magos y en dragones misteriosos.

La sociedad medieval giraba en torno de la Iglesia. La gente pensaba que los reyes eran reyes por la gracia de Dios, colocándolos a su derecha divina. La Iglesia tenía tanto poder como el rey. En la pirámide de clases sociales se podía distinguir en la cumbre, el Rey y la Iglesia; más abajo los señores feudales, "propietarios" de las tierras; luego se encontraban los artesanos que podían ser dueños de un comercio como los herreros o los zapateros; y finalmente estaban los campesinos que se veían obligados a aportar una cantidad de lo que producían a su señor, fuera el señor feudal o el rey. En esa pirámide era casi imposible ascender de nivel.

El feudalismo-04

¿Qué causas dieron origen al sistema feudal?

 La inseguridad

Después de la caída del Imperio romano y la llegada de los pueblos bárbaros, Europa se va a convertir en una zona de gran inseguridad con continuas invasiones de pueblos húngaros, eslavos, vikingos o musulmanes.

La debilidad del poder del rey

Los reinos europeos se disgregan en condados, ducados, y marquesados como consecuencia de las luchas entre los distintos grupos de la aristocracia y sus bandas armadas. Estas luchas tienen como objetivo someter al mayor número de comunidades campesinas para apoderarse de su trabajo y de sus rentas.

Todos estos nobles se van a aprovechar de la debilidad del poder del rey para adueñarse de sus funciones: militar (tienen ejércitos propios), judicial (imponen sus propias leyes), fiscal (recaudan impuestos para sí ). Se convierten en señores casi independientes.

La fragmentación del poder

La fragmentación del territorio europeo en unidades políticas más pequeñas reflejan la nueva situación feudal: el espacio se organiza en torno a los castillos a los que quedan sometidas las aldeas, tanto los campesinos como sus tierras y ganados. Los campesinos se convierten en siervos

Las relaciones de dependencia

Los grandes nobles se rodean de numerosos grupos armados: caballeros. Para compensar sus servicios les donan tierras y campesinos que las trabajen. A cambio el caballero jura fidelidad a su señor convirtiéndose en su vasallo


Carlomagno-03

CARLOMAGNO Y SU IMPERIO

CARLOMAGNO EL NUEVO EMPERADOR

Desde finales del siglo V, los francos irán acrecentando su dominio y poder en la antigua Galia aliándose para ello con familias galeorromanas y sobre todo con el papado de Roma. Hacia el año 800, Carlomagno se convierte en el rey más poderoso de Europa y fué coronado y ungido emperador. Estableció la capital en Aquisgrán y se esforzó en mantener bajo control las disputas con sus nobles y señores de la guerra. Para defender su territorio estableció marcas o territorios militares ( Marca Hispánica: al sur de los Pirineos) y emprendió numerosas expediciones de conquista, tanto en Italia como en la península Ibérica.

El territorio del imperio carolingio estaba dividido en condados. El conde era nombrado por el emperador y era el encargado de aplicar las leyes ( "capitulares"), de reunir tropas y de combatir a las órdenes del emperador. Para controlar a los condes, el emperador tenía un cuerpo de inspectores.("missi dominici").

El emperador, como jefe de la Iglesia, designaba a los obispos y se valia del clero (únicos que sabian leer y escribir) para las tareas de gobierno. En la capital de imperio, Carlomagno consiguió crear una isla de cultura.



LA DISPUTADA HERENCIA DE CARLOMAGNO

La unificación conseguida por Carlomagno duró poco. El poder del emperador se debilitó frente al poder de los nobles. A la muerte del hijo de Carlomagno, el imperio se dividió entre sus tres hijos, que tras disputas territoriales por la herencia firmaron el tratado de Verdún, que se considera el origen de las futuras Francia y Alemania.